Los mexicanos tenemos
hace tiempo una constitución y un cauce por donde pueda transitar de manera
fecunda nuestra vida colectiva. Tenemos ya bajo nuestras plantas un suelo de
derecho, donde hincar los talones y reiniciar la marcha histórica.
Ahora es preciso que
cada quien diga con claridad lo que piensa sobre la situación económica y
política de nuestro país, que declare su opinión sobre el modo como ha sido
planteada la vida de la República.
Ya no es necesario, y
por lo mismo, no es lícito, que sigan más o menos confundidas las actitudes
políticas. Es preciso que se deslinden los juicios y los programas, porque es
preciso también que se deslinden responsabilidades.
Ahora bien, cuando la
historia de un pueblo marcha sobre buenos carriles, sólidamente instalados,
pueden los grupos o individuos concederse un margen de distracción y aun de
frivolidad en la conducta; pensando que sus actos públicos no tendrán
consecuencias graves; pero en una hora como esta, en que está naciendo para
nuestro país una nueva figura y un favorable destino, con una incipiente
democracia, que no podemos apoyarnos completamente en ella, sino que al revés,
el estado tiene que ser alimentado y sostenido por nuestros propios actos.
Debemos entender que
nuestra vida no consiste en repetir una vez mas lo que veníamos haciendo ayer,
que no vamos plácidamente embarcados en usos antiguos, sino por el contrario,
estamos por iniciar con un gobierno responsable y patriótico, nuevas formas y
modos de vida pública, nuevas normas y propósitos y hasta un vocabulario de
convivencia.
Se
trata de instaurar un Estado de todos, con una democracia que tiene que perder
el aspecto polvoriento de turbas, que van y vienen indecisas como parte de un
rebaño empavorecido, dirigido precisamente, por demagogos turbulentos. .
Son pues instantes de
rango sublime. ¿O acaso creen que podamos entrar en tan soberana faena como es
organizar una nación, edificar un fuerte Estado, si seguimos los mexicanos como
hasta hoy, con un ánimo destemplado, con mentalidad anquilosada y con nuestra
libertad sin una formidable tensión de disciplina?
¿De dónde va a venir
la disciplina y calidad a nuestra historia sino de la disciplina y calidad que
logren alcanzar nuestras vidas individuales?
Es preciso que el
pueblo mexicano se dé cuenta plena de los ineludibles acontecimientos por
venir, que se percate de la importancia que para los destinos de nuestra patria
tienen los próximos años, porque solo así podrán nuestras palabras, actitudes y
responsabilidades nacer sobre aquel fondo de dignidad, de elevación moral, que
requiere una tarea tan enorme e inaplazable de remozamiento técnico, económico,
social e intelectual, que nos es menester para darle forma a un México
nuevo, moderno y respetable.
Para hacer historia
es necesario que el ciudadano se halle moralmente en forma, presto para los
grandes esfuerzos. Y uno de los graves errores de algunos gobiernos fue el de
fomentar con el ejemplo, la propensión a realizar actos corrosivos y
latrocinios sin control en los manejos del poder público.
Bajo atmosfera tal,
es seguro de que algunos políticos con mentes desiertas, no pueden querer lo
grande. Antes bien, miopes como ratones, se perderán en el laberinto miserable
de las querellas de rincón, y no podrán ver las líneas sencillas, pero
gigantes, que sienten al pueblo en sus renacimientos.
Lic. Enrique Peña
Nieto, hoy tenemos ocasión, contraseña e instrumento para que con esfuerzo
inaudito podamos todos dilatar nuestras frenadas y dispersas energías.
Todo lo demás que
hagamos, será forzoso como complemento, pero México no podrá echar a andar
rostro al viento de la historia, mientras no llegue la hora en que los hombres
fervientes recorramos con usted, los campos, las ciudades y los pueblos,
encendiendo la atmosfera con estas palabras.
¡POR LA GRANDEZA NACIONAL,
MEXICANOS DE PIE¡
MEXICO PATRIA
NUEVA A.C.