26 ago 2012

Sobre la Envidia



La envidia es una de las pasiones más antiguas, tenaces y paradójicas de la condición humana. Todo lo que deseamos y todos nuestros estímulos vienen de fuera, del otro, y nuestro proceso de individuación comienza cuando nos identificamos con los demás, con lo que son y tienen. Mas tarde tomamos distancia de la colectividad. Cada uno quiere ser él mismo y afirmar su propio valor. En ese momento nace la envidia que puede convertir al otro en rival odioso.
Si no logramos superar esta pasión en la adolescencia, puede convertirse en una enfermedad que nos impide crecer y madurar, porque obliga al envidioso a sostener mentiras respecto a los otros y de si mismo.

Don Francisco Alberoni, Filosofo, Sociólogo, Escritor y Maestro, analiza en su obra “Los envidiosos” las diversas formas que puede adoptar la envidia y muestra sus efectos, como el odio, la desconfianza en sí mismo, el desprecio hacia el otro o el resentimiento, tanto en actitudes colectivas como individuales.
La razón última de las guerras, de la exclusión social y de las ideologías extremistas es siempre alguna de las variantes de la envidia. Debido a su falta de sinceridad, la envidia nos impide hacer justamente lo que pretenderíamos: medirnos de verdad con los demás, pues solo así podremos encontrar nuestra diferencia, nuestro valor propio y nuestra manera única de hacernos valer y sentirnos bien con nosotros mismos y con el mundo que nos rodea.
Si no tenemos éxito, si la confrontación nos pone en situación desventajosa, nos sentimos disminuidos, desvalorizados, vacios.
La envidia se lleva en el interior de nosotros mismos, allí donde deben de estar la plenitud del ser y en donde en cambio descubrimos un vacio doliente y rencoroso. La envidia habla de las mentiras de nosotros mismos que nos decimos para consolarnos y de las que les decimos a los demás para hacer buena figura.

En ese horizonte patógeno ubicamos a López Obrador y a su equipo de testaferros incondicionales, hombres sin calidad moral, obsesionados por el poder ; gentes que no se estiman a sí mismas y casi siempre con razón.
Ellos quisieran y ambicionan la declaración de que todos los hombres somos iguales en talento, sensibilidad, personalidad, elegancia y altura cordial. La igualdad ante la ley no les basta.

A Nietzsche debemos el descubrimiento del mecanismo que funciona en la conciencia pública degenerada, le llamó Resentimiento.
Cuando algún hombre se siente a si mismo inferior por carecer de ciertas cualidades procuran indirectamente afirmarse ante su propia vista negando la excelencia de esas cualidades.

Decimos esto, porque el candidato perredista derrotado en la elección presidencial ha criticado y ofendido al Presidente de Mexico Lic. Enrique Peña Nieto y a las instituciones electorales con expresiones de odio, rencor y resentimiento, originadas tal vez, por el rechazo que gran parte de la sociedad ha tenido a la falta de seriedad y a las ocurrencias histriónicas de López Obrador y su obsesión enfermiza de ser presidente sin tener el apoyo social, la capacidad y la inteligencia para serlo.
Es inútil que por medio de astucias inferiores los hombres que se dicen de izquierda, consigan hacer papeles vistosos en la sociedad.
El aparente avance político que han tenido envenena más su interior, revelándoles el desequilibrio inestable de sus vidas, a toda hora amenazado por un justiciero derrumbamiento.
Aparecen ante sus propios ojos como falsificadores de sí mismos, como monederos falsos de trágica especie, donde la moneda defraudada es la persona misma defraudadora.
Este estado de espíritu envidioso, empapado de ácidos corrosivos se manifiesta tanto más en aquellos oficios donde la ficción de las cualidades ausentes es menos posible.

¿Hay nada tan triste como un escritor, un profesor o un político sin talento, sin sensibilidad y sin prócer carácter?

¿Cómo han de mirar esos hombres, mordidos por el intimo fracaso, a cuanto cruza ante ellos irradiando perfección, inteligencia y sana estima de sí mismos?

Periodistas como Denisse Maerker, Víctor Trujillo, Adela Micha, Ricardo Rocha, Jairo  Albarran, Loret de Mola, por mencionar algunos, y políticos como: López Obrador, Camacho Solís, Jesús Zambrano, Ricardo Monreal, Jesús Ortega, Dolores Padierna, René Bejarano, Martí Batres, así como los lideres agitadores comunistoides del grupo 132, y algunos profesores irresponsables, componen por tal razón, el Estado Mayor de la envidia, que como dijo Quevedo, va tan flaca y amarilla porque muerde y no come.

“A propósito de los problemas electorales que la “ridícula izquierda“ pretende crear para justificar su derrota y convocar al caos y a la insurrección, es útil e importante revisar con detenimiento el artículo 145 del código penal, que se refiere específicamente al delito de Disolución Social contemplado en nuestra carta magna, y que pudiera aplicarse con un castigo ejemplar a quienes pretenden de manera irresponsable incitar a la sociedad mexicana a la violencia. agrediendo al Estado de Derecho y a las Instituciones Nacionales que rigen nuestra convivencia”

         ¡Perredistas, no habrá Conflictos Sociales en México, sus deseos irracionales jamás se harán realidad¡


Atentamente
                        
                                    "Patria Honor y Fuerza"                           

MEXICO PATRIA NUEVA A.C.