26 feb 2012

El Alma y la Formacion del Maestro

El concepto de educador es un concepto más amplio que el del maestro; designa a toda persona que ejerce acción educadora.

La madre es la primera y principal educadora del niño, pero junto a ella obran ya sobre el niño los demás miembros de la familia. En general, toda existencia humana influye y es influida por el medio en que se vive.

El educador también puede influir como tal, voluntaria o involuntariamente, en la vida de sus semejantes. El maestro es el educador activo que consagra su vida a la acción pedagógica, el maestro es el hombre que no solo influye en la educación de los conciudadanos haciendo que estos puedan realizar cada vez mayores valores culturales, sino el hombre que posee además innegable inclinación encaminada a mantener dichas realizaciones.

George Kerschensteiner llama pedagogo práctico al maestro, para diferenciarlo, asimismo, del teórico de la educación. Este, como su nombre lo indica, es el investigador consagrado al estudio de los principios y leyes de la pedagogía. Aquel, el hombre que lleva a cabo de manera práctica las tareas de la enseñanza.

Uno de los errores más ingenuos es el de suponer que los pedagogos prácticos más eminentes son aquellos que han escrito libros llenos de erudición sobre materia pedagógica. Mientras en las ciencias matemáticas, o en la filosofía, se infiere con razón que el autor de una obra importante debe haber sido un gran matemático o filosofo, puede considerarse como una falsa deducción en pedagogía, puesto que el educador, propiamente dicho, es siempre un hombre ocupado en la práctica.

Tampoco hay que suponer imposible la existencia de un teórico que, penetrando tan profundamente en la naturaleza de su objeto, pueda poseer gran valor como hombre práctico.

El psicólogo alemán Jung, reduce a dos tipos, las diferentes conductas de los hombres: los tipos introvertidos (reflejados sobre sí mismos) y los extrovertidos, a saber, los hombres comunicativos por excelencia.

El estudio más importante que se ha formulado sobre el particular se debe al filósofo y pedagogo alemán Eduardo Spranger.

Su doctrina de los tipos humanos se funda tanto en la naturaleza psíquica de los hombres, como en las formas de la cultura, y no en datos fisiológicos (formas de vida).
Spranger señala seis tipos de vida humana: el hombre teórico, el imaginativo, el religioso, el social, el económico y el autoritario.

El hombre teórico, es aquel en el cual predomina la ley de la objetividad, o es regido por el impulso del conocimiento objetivo en su desenvolvimiento espiritual. Es el hombre que, siempre y ante todo, se esfuerza por comprender la realidad y el ser.

El hombre imaginativo, es el artista, no quiere comprender objetivamente la realidad, sino representar la significación subjetiva de la realidad tal y como él la vive, y hacerla eficaz, mediante su actuación.

El hombre religioso, está determinado, en sus acciones y omisiones, por la relación de todos los fenómenos y realidades de una idea espiritual más elevada, en donde las manifestaciones de su vida interna encuentran satisfacción en un estado de espiritualidad pura.

En el hombre social, es el amor la ley que rige su vida; simplemente el amor hacia el hombre. Su instinto fundamental no es comprender, ni formar, ni establecer relaciones trascendentes, sino el simple amor hacia el hombre vivo, con sus sentimientos de solidaridad y sacrificio por los semejantes.

El hombre económico, se ve impulsado por el principio económico que tiende a producir, adquirir y propagar con el menor gasto de esfuerzo y la mínima inversión de bienes el mayor provecho posible.

El hombre Autoritario, a cuyo tipo pertenecen los grandes políticos, esta poseído por la ley del dominio. Aspira siempre, y sobre todo, a imprimir a los demás la dirección de su voluntad, de forma que las voluntades ajenas coincidan con la suya propia.

Ahora bien, el verdadero educador pertenece al tipo del hombre social. En el domina la tendencia a servir a sus semejantes, y para ello, concurren en su persona ciertas y peculiares características: El amor a los niños, la inclinación de darse a los seres más débiles, los más abiertos a todas las influencias, a los que más confían en la fuerza y bondad de los adultos, constituye la primera condición de un buen educador.

El amor del educador es un amor al servicio de la elevación cultural del niño; educador que en un momento dado, puede tornarse austero, si el bien del niño así lo exige.
Junto a la didáctica y al sentido de los valores, el autentico maestro no puede dejar de experimentar la percepción de estos valores y la conciencia de responsabilidad que asume como educador, sea esta frente al educando, a la sociedad y a la familia que le confían nada menos que a las nuevas generaciones.

El oficio del educador exige una capacidad tal de resistencia a la fatiga, que no se la imaginan quienes no la han practicado. La tensión constantemente dirigida a los niños, la imaginación siempre activa para despertar los variados y heterogéneos intereses de los educandos, la mímica requerida para no hacer decaer el entusiasmo de los alumnos, la preparación de la enseñanza, que duplica la tarea, significan entre otras cosas, un considerable desgaste de energías solo compatible con una naturaleza saludable.

Una inteligencia excepcional no es una cualidad necesaria del buen maestro, pero si un claro sentido de la vida, apoyado por una sólida cultura. Sobre todo, lo que necesita un buen maestro es innegable penetración psicológica, que le permita adentrarse en la vida intelectual y emotiva de los niños.

Precisamente en esta aptitud de comprensión psíquica se funda la formación específica del maestro.

Es indudable que el maestro debe poseer las aptitudes necesarias para asimilar y dominar los conocimientos que ha de impartir; mas todo esto tendría poco valor sino dispusiera de habilidad y de técnica adecuadas para promover en los educandos la inclinación fecunda para la adquisición de estos conocimientos.

Respecto al perfil ético del maestro, la probidad intelectual constituye uno de sus rasgos esenciales. La Probidad es la virtud moral de reconocer con propósitos de elevación y superación la verdad de los hechos.

Para el maestro la probidad se revela frente a los niños en cuanto reconoce los esfuerzos de estos, poco importa que no vayan acompañados del éxito deseado.
La probidad se manifiesta en la generosidad del educador. Toda enseñanza es por sí misma un acto de donación: el acto pedagógico trata de llevar al educando lo mejor, lo más noble de la existencia. Gracias a la probidad, el maestro puede convertirse en el modelo del discípulo.

Difícil tarea la de encarnar la ley de la disciplina sin caer en la austeridad, de hablar en nombre de la razón científica o moral sin hacer inútiles razonamientos, de ser un maestro en pensamiento y en conducta sin enorgullecerse de sus palabras y de sus gestos.

Alegría y buen humor son otras cualidades del buen educador. La alegría es el gran catalizador de la educación. Certera afirmación que los educadores no han meditado nunca suficientemente.
La alegría del educador es un hecho espontáneo de su personalidad; es la expresión de su afecto y simpatía hacia la vida y la sociedad, hacia el niño y la idea de progreso humano.
Es por ello, que la comunidad educativa constituida entre maestros y discípulos solo puede florecer en una atmósfera de idealismos, en la creencia más firme en la realización de los más caros ideales de la humanidad.


“No hay más que dos clases de hombres, los que destruyen y los que construyen, y solo hay una moral, la antigua y eterna, que solo cambia de nombre cada vez que se ve prostituida, pero se mantiene en esencia la misma.
Hoy conforme a nuestros tiempos podríamos llamarla la moral del servicio, según ella, habría también el hombre que sirve y el hombre que estorba”


Maestro José Vasconcelos Calderón



"Por una Reforma Educativa Integral”
MEXICO PATRIA NUEVA A.C.

21 feb 2012

EL AGRARISMO EN MEXICO

No es el ayer, el pretérito, el haber tradicional, lo decisivo para que una nación exista. Las naciones se forman y viven de tener un programa para mañana.
Cada año el secretario de la reforma agraria conmemora el asesinato de Emiliano zapata depositando una corona de flores al pie de una estatua que hay en Cuautla.
Con ello se renueva la promesa del gobierno de hacer “justicia al campesinado”.
Los viejos campesinos revolucionarios recuerdan todavía las esperanzas que les motivaron y las decepciones que siguieron.
Habían soñado que la expropiación de las inmensas haciendas particulares del valle, les daría prosperidad, pero recibieron en cambio, pequeñas parcelas en ejidos, sin tener los medios suficientes para trabajarlas debidamente.
Y conforme las nuevas oligarquías industriales fueron creciendo en las ciudades, su revolución campesina fue cayendo en el olvido y sus familias quedaron atrapadas en la pobreza.
A pesar de los grandes esfuerzos que se han realizado, el irremediable atraso de los pueblos campesinos de México, es testimonio del fracaso del modelo agrario sostenido por nuestros gobernantes.
Este modelo prometía que todas las grandes haciendas particulares serian expropiadas; sin embargo, gran parte de las tierras mejor irrigadas siguen estando en manos de latifundistas.
Ahora bien, la tenencia de la tierra es el destino histórico de México, cualquier cambio de fondo en la posesión o propiedad de la tierra, repercute directamente en el destino histórico de la nación.
Por ello, no solo debemos hablar de producción, productividad y eficiencia que tienen resultados económicos, sino también de una cultura ancestral: cultivo de la tierra o labranza de la parcela.
Estas palabras señalan una diferencia profunda, pues de la relación hombre – trabajo – tierra emanan sentimientos, actitudes y conductas especiales que se dan entre los hombres del campo.
Esta realidad se puede observar con mayor detalle si se compara el trabajo del campesino con algún obrero.
Este último tiene jornadas de ocho horas; su relación con la maquina establece una actitud de observación y actuación sobre ella. Al termino de su jornada laboral el obrero no desea recordar su trabajo, ni pensar en su máquina.
Por el contrario, el campesino trabaja sin horario, de sol a sol, y cuando termina su labor, aun en su casa, no deja de pensar en su parcela y en las cosechas que producirá su cultivo. Esto es cultura, no economía.
Han sido intensos los problemas agrarios que se generaron en el siglo XX, los cuales deterioraron la producción agrícola y el reparto de la tierra a quienes tenían derecho de recibirla y sabían cómo trabajarla.
Las trampas agrícolas, la demagogia, el paternalismo, la corrupción, la burocracia, la falta de apoyos crediticios adecuados y oportunos, la carencia de tecnología y la falta de preparación de nuestros campesinos, estancaron el desarrollo de la estructura agraria. Todo ello ocasionó el abandono de las tierras y la emigración del campo a la ciudad.
Hablar sobre la problemática agraria de nuestro país, es un asunto de muy difícil resolución. La realidad, es que más de un millón de campesinos dieron su vida en la revolución de 1910, para que el pueblo de México viviera con libertad y dignidad.
Esta, no debe depender de la cantidad de tierra que posea, sino de su individualidad, de su conciencia de ciudadano, de su libertad para trabajar, del ejercicio de sus derechos constitucionales, del sagrado derecho de vivir con seguridad, bajo la custodia de un techo firme, con la tranquilidad de que sus hijos tendrán todas las oportunidades para educarse y buscar su felicidad.
Si un hombre ama la tierra y la trabaja, debe ser suya. La tierra no debe ser un anillo que se hereda, sino un derecho para producir.
No deseamos que el campesino sea considerado como un ciudadano de segunda: sin seguridad social, sin educación, sin un empleo con sueldo decoroso, protección sindical y salud para todos.
Ya lo ha comentado con sabiduría el diputado Gerardo Sánchez García, dirigente de la Confederación Nacional Campesina.
Necesitamos que el campo se transforme como un sector de oportunidades, generador de empleos, de combate a la pobreza ancestral, de desarrollo y competitividad, privilegiando el mercado interno y entender la globalización como un complemento a la oferta interna.
Es así como entendemos la reforma profunda al campo. Es concebir el sector primario del país como estratégico, como garante de nuestra soberanía alimentaria: Como detonador de nuevos modelos para aprovechar de manera sustentable los grandes recursos naturales que posee nuestra nación.
El campesino, el hombre pobre de México, no conoce de trámites administrativos y burocráticos, requiere acción positiva y dinámica que los saque de su postración ancestral.
Debido a ello, en décadas recientes, como estrategia para la supervivencia, millones de campesinos sin tierra y esperanza, se han ido a vivir, de manera permanente a zonas urbanas en busca de empleo, de escuelas dignas para sus hijos, de instituciones de salud, etc.
La mayor parte de ellos, se introducen ilegalmente a Estados Unidos, afrontando mil peligros, en busca de una oportunidad laboral.
La pobreza crece y el campo se extingue por falta de un verdadero extencionismo con profesionales de todos tipos, dispuestos a entregar con energía renovada el apoyo técnico esperanzador que las comunidades nacionales necesitan.

Es lamentable y un desastre nacional, que el ingreso de la gente ha caído en un 14% y que existen en nuestro país más de 50 millones de pobres, y de ellos, más de 50% se encuentran en el medio rural y en comunidades indígenas.
Es inconcebible que una nación como la nuestra que tiene 22 millones de hectáreas sembradas y 11 mil kilómetros de litoral, el producto interno bruto agropecuario apenas represente poco menos que el 4% del PIB nacional.
La política del gobierno actual ha sido restringir el financiamiento y retrasar la aplicación de los recursos públicos.
No existe una política adecuada de respaldo a la producción y fomento al comercio a precios justos; el sector se encuentra en total abandono y rezago.
Parece que es intencional aumentar la dependencia alimentaria y hacer con las importaciones de alimentos – como lo comenta Alejandro Luna – un descomunal negocio nada transparente.
El presidente Calderón vetó con ligereza e irresponsabilidad los 10 mil millones que se le solicitaron con urgencia diputados y gobernadores para apoyar y salvar a unos 8 millones de campesinos que sufrieron la destrucción de sus siembras debido a las sequias y heladas en 20 estados de la República.
Se trata pues, de que la producción agrícola mexicana se termine, precisamente para que se tengan que importar cada año y cada vez más productos agrícolas y pecuarios de Estados Unidos y de otros países, y que algunos vende patrias hagan colosales negocios inconfesables en perjuicio de la nación.
Tenemos que estar conscientes que la crisis alimentaria que existe en nuestro país puede propiciar en el corto plazo catástrofes sociales impredecibles sino se atiende con aplomo e inteligencia.
La tierra no solo se trabaja con las manos, sino también con inteligencia, con imaginación, y con talento.
El próximo gobierno republicano deberá darle forma a una nueva Institución Federal dirigida por hombres inteligentes, nacionalistas y honorables, que ahora sí, coadyuven a que la tierra produzca, sin que ella sea pretexto para esclavizar, para explotar, para someter o abusar de nadie.



Estrategia Política Nacional

MEXICO PATRIA NUEVA A.C.

7 feb 2012

PROYECTO POLITICO

Es completamente anacrónico desear que un pueblo viva colectivamente sin un proyecto de empresa histórica.
Una política que no contiene un proyecto de grandes realizaciones históricas queda reducida a la cuestión formal de gobernar, a la cuestión de ejercer el poder publico, no se trata de hacer obras trascendentes con él, simplemente de complacerse en ejercerlo.
El hombre inferior no siente esta inexorable atracción hacia lo objetivo, sino que piensa solo en su persona.
Una política sin tarea de creación histórica elimina a todo el que no sea puramente un ambicioso.
La ambición por excelencia es la del poder, pero lo importante es que la política atraiga también a gentes que no son ambiciosas o que no lo son exclusivamente.
La fecundidad de la política es la cantidad de hombres creativos, innovadores e inteligentes que sepa enrolar en su servicio.
El alejamiento y el repudio de la política en que viven muchos mexicanos no tienen otro origen que la inmoralidad y la simulación de quienes ejercen tan digna vocación.
Son políticos que se liberan con mucha frecuencia de las ataduras morales incomodas, porque la actividad política no es otra cosa que un servicio moral.
Por eso decía Aristóteles que el hombre es un animal político, destinado por naturaleza a vivir en sociedad, hacer el bien, dignificar su convivencia y ser feliz.

En esta filosofía aristotélica, se resume el objetivo supremo de la democracia; un estilo de gobierno en donde el pueblo otorga a las minorías eminentes y talentosas su voluntad mayoritaria, y con ello, el derecho a mandar.
Democracia ésta, que puede degenerar en una híper democracia o democracia exagerada, en donde el pueblo actúa directamente sin ley, imponiendo por medio de presiones sus gustos y desenfrenos, o en una forma mezquina de gobernar, y de ínfima espiritualidad, que el sabio griego definió como Demagogia o simulación de la virtud.

El demagogo es el primer enemigo de la democracia. Aprovecha el reinado popular para imponer sus engaños.
El demagogo desprecia al pueblo adulándolo, colmándolo de elogios y de regalos baratos, lo mata como pueblo y lo convierte en masa.


Cuando ocurre un gobierno de esta naturaleza, se reduce en el pueblo la calidad moral. Y un pueblo desmoralizado es simplemente un pueblo que no esta en posesión de si mismo, que esta fuera de su radical autenticidad y por ello no vive su vida y por ello no crea, ni fecunda ni expande su destino.
La sociedad parece caer en una trayectoria peligrosa de decadencia, época en que la minoría directora de un pueblo, transitoriamente ha perdido sus cualidades de excelencia.
Contra esa minoría a veces ineficaz y corrompida se rebelan las masas, pero confundiendo las cosas, en vez de sustituirla por otra más virtuosa, coloca a hombres ruines para que contaminen el aire con su ruindad.
Se llega a creer que es posible la existencia social sin minoría excelente, como eso es imposible, las masas de los distintos grupos sociales ensayan vanas panaceas de buen gobierno que en su simplicidad mental imaginan poseer.
Al fin el fracaso de si mismas experimentado al actuar, alumbra en sus cabezas como un descubrimiento, la sospecha de que las cosas son más complicadas de lo que ellas suponían.
El dolor y el fracaso crean en la sociedad una nueva actitud de sincera humildad que las hace volver la espalda a todas aquellas ilusiones, cesando el rencor contra la minoría eminente, reconociendo la necesidad de su intervención especifica en la convivencia social.

Por desgracia los mexicanos hemos tenido en los últimos años una generación de vividores de la política en cuyas manos dio el corazón de México menos pulsaciones por minuto.
Época sorda, sin ojos ni nervio, sin curiosidades humanas, sin respeto hacia lo egregio, ni asco hacia lo abyecto.
Hemos vivido bajo la ficción de una organización nacional, sin atacar seriamente los problemas que nos afligen, sin asegurar a las instituciones del gobierno cierto mínimo de prestigio, dejándolas corromperse en manos de hombres sin elegancia ética y desahuciados del respeto público.
No han tenido habilidad para gobernar, casi han aniquilado el prestigio de las instituciones y sobre todo han desmoralizado a nuestro pueblo.
De ahí la urgente necesidad de apelar a la conciencia ciudadana, a las gentes de mente sana y clara reflexión a fin de que en la próxima elección puedan emitir de manera inteligente el sufragio de su voto por el partido constructor de nuestro país.
Los políticos que tengan la honrosa oportunidad de tener la gobernación en sus manos, tienen que tener la convicción de que la batalla por un país en forma, tiene que darse íntegramente, en todas las zonas, en lo grande y en lo ínfimo. Desde luego que la tarea no es fácil, y por ello, no debemos crear optimismos ridículos.
La tarea de restaurar a nuestro país de verdad y en serio es muy difícil; y seriedad como el vocablo lo indica, es sencillamente la virtud de poner las cosas en serie, en orden, dando a cada problema su rango y dignidad.

Se deberá organizar la vida nacional para que llegue a su máxima potencia.
Es preciso convocar a los ciudadanos a crear riqueza y a compartirla para que pueda seguir creándose.
Hay que embellecer, hacer agradables, limpias y gratificantes a nuestras comunidades urbanas y rurales.
El uso responsable del suelo y la planeación adecuada prestigian a los buenos gobiernos.
Las oportunidades de empleo son prioritarias para dar cabida a miles de jóvenes que egresan cada año de las universidades y tecnológicos.
Hay que manejar con eficacia y honestidad el escaso recurso hidráulico de del norte y centro de México, y el abundante recurso del sureste de nuestro país.
Hay que detener el avance de las empresas transnacionales norteamericanas y españolas en el manejo de nuestros hidrocarburos, energía eléctrica, turismo, desalación de agua, así como del sistema bancario.
Debemos rescatar a la educación tecnológica, que contempla un grave retroceso. Hay que convocar al IPN y a la UNAM para que se hagan cargo de tan importante reconstrucción tecnológica nacional.

Son también imprescindibles las buenas costumbres y la educación en nuestros cuerpos de seguridad.
Sin seguridad jurídica (respeto a las leyes) aparece la impunidad y con ella, el peor de nuestros males: la corrupción
Se tiene que convocar para la función publica, a hombres creativos de calidad superior, honorables, modernos, de acción y de ideas, capaces de reformar o inventar instituciones, empresas, maneras, formulas.
Si hacemos esto, todo se nos dará por añadidura: más organización, más responsabilidad, más trabajo, mejor salario, y buen humor.

Lic. Enrique Peña Nieto, entendemos plenamente que toda comunidad es un vasto sistema de incorporación o convivencia.
Los grupos que integran un país viven juntos para algo: son una comunidad de propósitos, de anhelos, de grandes utilidades, no conviven para estar juntos, sino para hacer algo juntos.
Porque no es el ayer, el pretérito, el haber tradicional lo decisivo para que un pueblo exista. Las sociedades se forman y viven de tener un programa para mañana.
Nos preocupa e interesa el desarrollo pertinente y el bienestar de todos los que vivimos en esta tierra de promisión. Lugar de privilegio en donde se estima el presente, en donde las ideas, las metas, los propósitos tienen buen sabor.
Hay cosecha de apetitos y existe en muchos mexicanos por completo, esa incitadora anticipación de un porvenir deseable.

Necesitamos con urgencia un buen gobierno, en donde la sociedad le otorgue al gobernante todas las facilidades para que haga el bien, y lo someta a todas las ataduras para que no haga el mal. Un gobierno en donde los señores mandantes sean grandes sin insolencias y sin tener vasallos, y en el que el pueblo participe sin confusión.

Una sociedad que deberá exigirles a quienes pretendan gobernarla una mayor responsabilidad y honestidad como condición para entregarles su voluntad mayoritaria. Una sociedad cuya grandeza, oculta en ocasiones, seguramente será descubierta por su inteligencia y la conducirá por la ruta ascensional del bienestar y del progreso.
El pueblo que posee un conocimiento ancestral está seguro que usted no se detendrá, ni escatimará la pólvora para derrumbar las fortalezas de la indignidad ante los ojos de la gente honrada.
El futuro nos muestra horizontes sin límites. Por ello, es necesario que nuestra gran nación se sienta escoltada por gentes sanas, que porten las banderas del honor y de la dignidad.
No existe duda, lo que se ve latente, el primero de julio próximo se hará patente.
Usted va a ingresar en la historia, va a poner la mano en ella y va a crear destino con un gobierno ejemplar.



¡Son precisos nuevos jefes para que avancen los pueblos!


“Estrategia Política Nacional”

MEXICO PATRIA NUEVA A.C.