31 oct 2010

SOBRE LA IMPORTANCIA DE SIMBOLIZAR

El verdadero tesoro del hombre es el tesoro de sus errores, la larga experiencia vital decantada gota a gota por muchos años. Por eso Nietzsche define al hombre como el ser de “la más larga memoria”
Todos los pueblos están fundados sobre los ideales de sus líderes. La historia de la humanidad, en su esencia, se explica por la vida de los grandes hombres.
Las dignidades y jerarquías en que descansan las sociedades del mundo son producto de la imaginación y de la lucha de hombres que, inspirados e impulsados por su fuerza de espíritu realizaron lo que parecía irrealizable.
En los patriotas está la emoción del ideal. El líder coloca la proa visionaria hacia una dirección, empujado por ese resorte misterioso del destino como el acero que va del fuego al agua, capaz de templarse para grandes acciones.
Por ello, el pueblo de México, con deliberado propósito, realiza cada año festividades conmemorativas de nuestras gestas independentistas y revolucionarias.
Estos eventos de primordial importancia ejercen una función determinadísima y de alta eficacia: la de simbolizar.
Esto reviste gran importancia porque romper la continuidad con el pasado, querer comenzar de nuevo, es aspirar a descender.
Tenemos que recorrer nuestro pasado, porque nos ha pasado a nosotros, y hacer que nuestro pueblo circule por todo su tiempo, porque un pueblo que no conoce su pasado, no podrá nunca bien encarar el porvenir.
A propósito de recorrer nuestro pasado, nosotros lo haríamos leyendo con renovado entusiasmo, el magnifico discurso pronunciado por la Lic. Beatriz Paredes Rangel como respuesta al primer informe de gobierno de Vicente Fox.
Esta magnifica pieza de oratoria que fue y sigue siendo una lección para esos señores que se dicen políticos, que no tienen idea de lo que hay que hacer, que balbucean palabras, que no conocen la Historia de México, y cuyas imágenes propagandistas se ven por doquier.

DISCURSO POLITICO (excelente) DE LA LIC. BEATRIZ PAREDES RANGEL.

Sr. Presidente

Formamos parte de un continuo social que se despliega por más de 30 siglos, en esta región volcánica y luminosa, tierra de paradojas, herida por injusticia y pobreza.
La historia nacional no es patrimonio de nadie, ningún grupo o facción puede apropiársela, como tampoco podrían negar el concurso de varias generaciones que durante el siglo XX, edificaron un país de instituciones, teñido de contrastes, donde hubo movilidad social; territorio que con la pujanza de un pueblo generoso y creativo pudo arribar al año 2000, como la población mas grande de hispano parlantes; como la décimo tercera economía del mundo; el octavo país exportador; el segundo socio comercial del mercado mas grande del planeta; con un sistema educativo de amplia cobertura; con un sistema político dinámico, que mantuvo estabilidad y aptitud para transformarse.
También, con millones de pobres, disparidad abismal en los niveles de ingreso, rezagos en tecnología y competitividad, descrédito sobre el quehacer publico.
Espacio de cultura e identidad propia, con ese legado policromo o claroscuro, los mexicanos pudimos construir, en la civilidad, la transición al nuevo milenio. Ahora, son otros tiempos.

La historia contemporánea de México, por voluntad de la pluralidad y la vocación democrática de nuestro pueblo, obliga a una convivencia entre ciudadanos de distintos signos ideológicos y trayectorias diversas, que son integrantes de los poderes de la república.
Subyace, en ese mandato popular, una convocatoria a la capacidad de dialogo y a la tolerancia, para que esta riqueza plural no devenga en parálisis o excesos autoritarios, ante la hipotética imposibilidad de llegar a acuerdos.
Subyace, la necesidad de generar espacios de confianza democrática, para que ninguna de las fuerzas suponga que quieren aniquilarla y que la acción del gobierno corresponda a un principio básico de respeto a los contrarios.
Subyace, una convicción profunda sobre la prevalencia del interés superior del país, de la necesidad de no defraudar las expectativas de la población mexicana, que con extraordinaria sabiduría concibió un arreglo que obliga a balances y contrapesos, que exige una convivencia democrática que es un permanente aprendizaje de humildad y al mismo tiempo, de grandeza, demanda, visión de estado.

Tenemos la enorme oportunidad, si actuamos con seriedad, serenidad y consistencia, y sin protagonismos fatuos, de empujar el reloj de la historia patria, y transformar el sistema político de México, para hacerlo mas equilibrado, y por ende, mejor garante del interés colectivo.

Existe, finalmente, un compromiso ético: no traicionar a una sociedad que optó por la vía política para definir la nueva composición de sus instituciones. Fieles, cada quien, a sus orígenes, leales a las ideologías y proyectos históricos que a cada uno han dado sustento, sin renunciar a la critica, al debate, al antagonismo legitimo y consustancial a toda democracia, debemos tener la capacidad de transitar el siglo XXI construyendo.

La oportunidad existe, existe también el riesgo.
Dependerá de imaginación, consistencia y valor. Dependerá, en fin, de nuestro amor a México.

Creo, con Carlos Pellicer:

“La patria necesita aquellos hombres que le hagan ver la tarde sin tristeza. Hay tanto y lo que hay es para tan pocos.
Se olvida que la patria es para todos.
Si el genio y la belleza entre nosotros fue tanto y natural, que el recuerdo del hombre de otros días nos comprometa para ser mejores.
La patria debe ser nuestra alegría y no nuestra vergüenza por culpa de nosotros. Es difícil ser buenos.
Hay que ser héroes de nosotros mismos”.

Atentamente
Estrategia Política Nacional
“México Patria Nueva”